Información básica:
Obra escrita a finales del siglo XV, por Fernando de Rojas y reescrita en castellano actual por Soledad Puértolas.
¿De qué habla?
De sexo y dinero, principalmente. La historia arranca con dos jóvenes encontrándose en el jardín de ella, que se separan después de haber compartido algunas frases. El joven se deprime y uno de sus criados le convence de pedir ayuda a una vieja puta y hechicera llamada Celestina, que él conoce, para conseguir a la chica. Lo que no cuenta a su jefe es que él mismo mantiene una relación con una de las prostitutas y que en realidad quiere conseguir parte del dinero que le dé a Celestina. Desde ese momento el sexo, el dinero, la magia negra, la codicia y el pasado desarrollan las líneas de la obra.
¿Lo mejor?
Cubierta de La Celestina, por Soledad Puértolas
La Celestina es una islote brillante en la literatura española del siglo XV. Para encontrar una novela que se le acerque (tanto en tema como en calidad) tenemos que esperar unos 350 años. De la misma manera que nos cuesta conectar con los temas de ciertas obras medievales (Cántigas, Mio Cid, Libro de Buen Amor o parte de la literatura picaresca), la situación y los temas de La Celestina están presentes en casi cualquier película actual.
Pero no solo es un libro que trata temas actuales: reluce principalmente por su calidad. Mientras que muchos protagonistas de la época (por ejemplo, La lozana andaluza) son acartonados, planos y poco creíbles, los de La Celestina disfrutan de complejidad:
- personal: en contra de los tópicos de la época, que exigían que los personajes de bajo nivel social fuesen cómicos. En La Celestina esto se despedaza por ambos extremos: ricos ridículos y pobres complejos
- socio-económica: relaciones y enfrentamiento entre clases sociales
- psicológica: tienden a cambiar de opinión a lo largo de la obra, evolucionan
- lingüística: aunque quizás sea la menos conseguida, La Celestina es un riquísimo almacen de refranes de la época
¿Lo más difícil?
Sin duda, lo más difícil de La Celestina es el lapso de poco más de 5 siglos que hay entre su publicación y nosotros. Leer el original es complicado, aunque probablemente sea, junto con El Lazarillo, la obra más fácil de leer de esos siglos. Por eso, para el lector nuevo, recomiendo la edición que ha publicado Castalia en la colección de Odres Nuevos. Esta edición ha sido encargada a Soledad Puértolas, quien, en sus propias palabras recibió:
la difícil y rara empresa de reescribir La Celestina en español moderno[…], hacer de La Celestina una lectura placentera
He dicho que los temas son actuales y tenemos una versión que ha modernizado el lenguaje. Pero eso no significa que tengamos en las manos un libro moderno ni que el ambiente en el que discurre (la relación de criado y amo, por ejemplo) sea actual. Creo que lo que más sigue chocando a un lector actual es la cadencia lenta de algunos diálogos (¡no todos!) o algunos manojos de citas clásicas. En ninguna obra actual los personajes se pasaría párrafos citando filósofos griegos mientras exponen todos los defectos de las mujeres.
¿Me lees un trozo?
En primer lugar, vamos a comparar las primeras líneas de la versión original (en su edición preparada por Julio Puértolas) y la versión moderna:
Versión original:
Cal.— En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
Mel.— ¿En qué, Calisto?
Cal.— En dar poder a natura que de tan perfeta hermosura te dotasse, y fazer a mí inmérito tanta merced que verte alcançasse, y tan conveniente lugar que mi secreto dolor manifestarte pudiesse.
Versión modernizada:
Cal.— En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
Mel.— ¿En qué, Calisto?
Cal.— En haber dado a la naturaleza el poder de colmarte de belleza, y de hacerme a mí, que no me lo merezco, la gran merced de contemplarte, y en un lugar que resulta tan apropiado para revelarte mi secreto dolor.
Una vez hemos visto que las diferencias son notables, vamos a por otros fragmentos. De los dos criados del protagonista, uno de ellos, Pármeno, el más joven, recela de la Celestina. En un momento dado la llama puta y su amo le advierte que no lo haga. Pármeno responde:
¿Por qué te atormentas, señor?, ¿de qué te acongojas? ¿Crees que esta vieja puede ofenderse? Todo lo contrario. De la mima forma que a ti te gusta que de digan: «Excelente caballero es Calisto», así le gusta a ella que la llamen puta. Todo el mundo la llama de ese modno. Si, yendo entre cien mujeres, se escucha una voz que grita: «¡Puta vieja!», enseguida vuelve ella la cabeza y responde alegremente. […] Los ladridos de los perros, los cantos de las aves, el balar de las ovejas, los rebuznos de los burros, todo dice lo mismo: «¡Puta vieja!». Otra cosa no dicen las ranas. Y si pasa por delante de los herreros, eso es lo que dicen sus martillos. […] Lo cantan los carpinteros, lo peinan los peinadores, los tejedores, los labradores en las huertas, en los arados, en las viñas y en la siega. […] ¿Quieres que siga? Si una piedra tropieza con ella, griatará: «¡Puta vieja!».
La verdad es que Pármeno es uno de los personajes más entrañables de la obra, quizás porque nos sirve de guía en el mundo de la clase baja. Otra de mis escenas favoritas es una discusión entre Celestina y Pármeno:
La Celestina, de Julio Rodríguez Puértolas
Celestina.— Él está enfermo y esta vieja tiene en su mano la curación.
Pármeno.— ¡Esta puta vieja y flaca!
Celestina.— ¡Putos días vivas, maldito bellaco! ¿Cómo te atreves…?
Pármeno.— Te conozco.
Celestina.— ¿Y quién eres tú?
Pármeno.— Soy Pármeno, hijo de Alberto, tu vecino y amigo. Mi madre me llevó a tu casa, donde te serví durante un tiempo […].
Celestina.— ¡Jesús, Jesús, Jesús! ¿Así que eres Pármeno, el hijo de Claudina?
Pármeno.— ¡Ese soy!
Celestina.— ¡Pues mal fuego te quema, que tan puta vieja era tu madre como yo! ¿Por qué te pones en contra mía, Pármeno? […] Ven aquí, alíate conmigo, te di mil azotes y otros mil besos. ¿Te acuerdas que dormías a mis pies, loquillo?
Pármeno.— Claro que me acuerdo. Y algunas veces, aunque yo era un niño, me metías en la cama y me apretabas contra ti, pero yo salía corriendo porque olías a vieja.
Celestina.— ¡Mala landre te mate, sinvergüenza! ¡Y cómo lo dice el desvergonzado! Pero dejemos eso, hijo. Escucha. […] Tus padres te confiaron a mí, yo soy lo que más te conviene ahora. […] Tienes que hacer amigos duraderos, seguros. No te dejes enredar. Olvida las vanas promesas de los señores, que ellos no les cuesta nada prometer. Son como sanguijuelas, desagradecidos, déspotas, olvidadizos, tacaños. […] Hazme caso. Créeme. No pienses que sois amigos, porque hay mucha distancia entre vosotros.
¿Donde lo consigo?
La edición de Castalia que recomendio se publicó en 2012, con una Castalia de capa caída y las bibliotecas con recortes, por lo que dudo mucho que sea fácil encontrarlo allí. En librerías de tamaño medio o dedicadas a literatura clásica es relativamente fácil de encontrar.
Si uno ya se ha leído esta versión o si se quiere pasar al texto original, recomiendo la edición publicada por la editorial Akal y preparada por Julio Puértolas. No solo es una edición cuidada en términos filológicos, también contiene infromación que ayuda a comprender mejor la obra (línea cronológica, introducción amena) y es agradable para los sentidos (buen papel, encuadernación, reproducciones…).